Todo es ilusión, hasta el ladrillo y la piedra, el hierro y el cristal.
Un día se asoma uno a la ventana y parece que la ciudad está ahí.
Se pueden ver los edificios de la margen izquierda, con sus tejados y su torre para las antenas de radio y televisión.
Al día siguiente te asomas por la mañana y un cielo gris es todo lo que hay.
Dos horas mas tarde la ciudad de quita y pon vuelve a aparecer, como si se tratara de un juego de magia, hacer desaparecer los edificios enteros.
Todo es un juego de luces y la ciudad puede ser inventada, ocultada o rescatada en cada momento, como si estuviera edificada sobre un baúl con el falso fondo, donde esconder por momentos lo que el truco precise.
Pero hay otros espectáculos menos presentables de aparecer y desaparecer.
El Gran Teatro Fleta, obra catalogada de la arquitectura zaragozana, es otro de los grandes fiascos de la Expo. Primero se gastaron, con dinero de todos, mas de 14 millones de euros en convertirlo en una ruina, luego se anunciaron su regalo a la SGAE y su conversión mediante inversiones millonarias en un centro de Opera y no se cuantas cosas mas.
La Expo vino y se fue, los dineros y los presupuestos desaparecieron y de las obras que iban a estar acabadas antes de la Expo nunca se supo.
En octubre aun lucía carteles animando a ir a la Expo.
Un carísimo anuncio del que no se sabe su utilidad.
Finalmente paso el tiempo de las fiestas y la abundancia, se anunciaron los tiempos de la crisis fin de fiestas y es hora de recoger las basuras que dejan las celebraciones, son tiempos de austeridad, o de que lo parezca, y las telas con colores apagados cubren los colorines y pasados despilfarros, ahora tocan años grises de pagar las deudas de los derroches.
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