Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 12 de diciembre de 2023 última revisión
Folleto complementario de dicha obra (erigida en 1904)
D. FÉLIX NAVARRO.
Imprenta del Hospicio Provincial.
ZARAGOZA: Febrero de 1905.
Muy grato es para esta Comisión ejecutiva del Monumento al Justiciazgo Aragonés, haber llevado á cabo la misión que un día le confiaron las representaciones todas de Aragón, congregadas en Zaragoza el 10 de Octubre de 1888. Que han sido muchas y graves las dificultades vencidas, no hay para qué repetirlo; consignado se halla en el escrito que presentó á la Diputación provincial para darle cuenta de sus actos y que por unanimidad tuvo á bien aprobar en sesión de 22 de Noviembre el año último. Pero así como la glorificación de nuestro Justiciazgo queda ya esculpida en piedra y bronce, juzgaba esta Comisión que le faltaba el complemento de popularizarlo por medio de la Imprenta, para que todos tengan cabal conocimiento de lo que es y significa en nuestra Historia; y cuando esto pensaba la Comisión, ofreció el Arquitecto autor del proyecto, D. Félix Navarro, el producto de sus vigilias, condensado en las cuartillas que llevan por titulo el del presente folleto, y que tiene por finalidad deshacer los errores en que inconscientemente podrían incurrir los extraños á las Artes plásticas monumentales. Esta singular consideración satisfacia cumplidamente los deseos de la Comisión y los del Sr. Navarro, y no dudó en aceptar el ofrecimiento por entender que era este el último acto que debia poner término á la misión que se le confiara.
¿Cómo, además, no había de aceptar la Comisión con singular agrado esta nueva manifestación del profundo amor y cariño que el Sr. Navarro siente, como buen aragonés, por todo lo que enaltece el nombre de este antiguo reino? ¿Cómo no habia de dar satisfacción cumplida á los deseos del Arquitecto autor del proyecto, cuando eran también los propios de la Comisión?
Renunciada noblemente toda remuneración, á que el Sr. Navarro tenía perfecto derecho como autor y director de las obras, nada más justo que hacer público el sentimiento de gratitud de la Comisión ejecutiva y de la Diputación en pleno, no sólo por el celo, interés y laboriosidad con que Ha contribuido al fácil desarrollo y ejecución de las obras, sino también por la solicitud con que ha atendido los más ligeros detalles para hacer más expedita la acción de la Comisión.
Al consignarlo así, la Comisión no hace otra cosa que cumplir lo acordado por la Diputación en la sesión citada de 22 de Noviembre próximo pasado, quien, por unanimidad declaró haber visto con singular y especialísimo agrado la conducta del Sr. Navarro.
Hecho público este testimonio de gratitud, extensivo á cuantos han coadyuvado en una ú otra forma á la realización de la obra, la Comisión cree deber ineludible insertar al final del trabajo del Sr. Navarro, la cuenta general de ingresos y gastos habidos, cuyos justificantes acompañan á las respectivas relaciones.
Zaragoza 7 de Abril de 1905.
El Presidente Enrique Naval.
- Los Diputados Vocales, Enrique Pérez Bozal, Justo Belio, Marcelino Liria y Julio Blasco.
- El Secretario de la Comisión M. Lascorz.
Ya está erigido. Parece lógico, ahora, vulgarizar las ideas fundamentales de esa obra, en un sucinto folleto, con la imagen ó reproducción gráfica del Monumento; reuniendo precedentes y datos y conocimientos, dispersos hoy en la mente de algunos que por ley de vida desapareceremos luego del escenario donde nos agitamos. Si hubo razón suficiente para consignar del modo más solemne lo que el Monumento representa, claro es que la hay para completar la intentada eficacia, con la imprenta; porque el Monumento, ahí está, donde debe, en la plaza de Aragón, de Zaragoza y el impreso divulgador podrá llegar á todas partes.
Los monumentos, en general, son la semilla consiguiente á un florecimiento del espiritu con virtualidad para reproducir ó ampliar en tiempos siguientes lo que antes se lograra y reflejan la eterna dualidad que en todo lo real se manifiesta. Aquí, esa dualidad, reúne la espiritualidad más etérea ó sutil, la que á todo penetra con la materialidad más pesada ... y ésta es aún lo efimero, relativamente á lo eterno; porque la monumentalidad de lo terrestre, como el planeta mismo, de cuyo "hueso" más duro labramos nuestra arquitectura, pasará también ...; pero nuestro mundo y sus monumentos de cultura humana durarán lo bastante para guardar enseñanzas, que se difundan y encarnen más tarde, cuando sea su hora, en generaciones receptoras del dón hermoso, á su vez recibido en revelaciones anteriores hechas á la Humanidad y que todas proceden, según el más vulgarizado saber, de una primera y única fuente; porque, en efecto, al corriente decir español "de Dios viene el bien y de las abejas la miel", ó sea, en lo social nuestro, de la armoniosa labor colectiva en la que coopera todo hombre de buena voluntad, proceden nuestras mayores dulzuras ó perfecciones.
Nuestro buen reino de Aragón y su buena raza, alcanzó una moral pública pocas veces igualada en el mundo y al eclipsarse aquel glorioso vivir con lo justo por norma superior, quedó por siempre en el corazón popular algo como el santo recuerdo del honrado padre cuyas últimas advertencias dejó impresas en nuestro pecho para que surgiesen después en forma de actos dignos de nuestra progenie. ¡Nobleza obliga! Y, sin duda, ninguna barrera más poderosa contra las sugestiones del mal que esa educación con el ejemplo de los buenos, aun cuando el tal valladar lo forme una blanda cadena de flores... cuyo primer "eslabón" se anudó y se sostiene en el cielo mismo. El amor, como los ríos, va de arriba hacia abajo, y así, de padrs á hijos, forma más neta de lo amoroso, tan sabiamente preparado con el imán de la sexualidad, viene corriendo el limpio caudal de estas aguas de vida para las almas. A su orilla deleitosa... han surgido todos los monumentos de transcendencia...
El Monumento al Justiciazgo responde de lleno á esa ley de solidaridad ética y amorosa de las generaciones, y por lo mismo, de tan fuerte razón de ser nada podría haberlo estorbado: dado que nuestra España, mediadora sin duda de tan grandes beneficios para la Humanidad como haya podido ser cualquiera otra nación, tiene aún mucha... ¡pero mucha! vida por delante. ¡Si apenas ha salido de sus tiempos heroicos! Si apenas las masas españolas ¡han comenzado á leer! Ese Monumento, nota serena, en medio de las convulsiones que nos agitan, es un presentimiento aragonés y por tanto archiespañol de mejores días nacionales, en que la Ley y la Justicia se honren y enaltezcan cada vez más sincera y plenamente. Si España escuchara las advertencias del eclipsado reino de Aragón, si en efecto se resolviese á colocar lo justo sobre todo, si por ser lo debido se empeñase en desenvolver con una educación intensa y general los tesoros de su genio de fuego y luz tan manifiestos en sus receptividades religiosa y artística ... El mundo entero, rendido de amor y admiración, sería la voluntaria dote colonial nueva, porque á una España justa y sabía nadie le disputaría su primacía de metrópoli de las almas. Su grandeza indiscutible está en su corazón, en su voluntad firme y abnegada, en la nobleza de preferir el honor á las hacienda, en el vivo sentir de Dios, ¡único vencedor eterno!
Afirmar nuestra esencia nacional es hacer la labor más humana posible; porque ya España, tan cultivada por la Providencia para las cosas grandes de nuestro Mundo, se halla identificada con la Humanidad, en servicio de la cual, impidio el improcedente dominio africano, ensanchó la tierra que pisar y en esta gloriosa Zaragoza erigió un trono al ¡hombre Justicia! Además de esto, en español se escribió el libro más universal y sabio que se haya escrito. ¿Hay mayores méritos nacionales en cualquier otro pueblo de los que viven? ¿No hay motivo para esperar que el genio español convalezca completamente del morboso contagio de las formas de vida barbarizada con que hubo de convivir por siglos mientras la combatia... justamente para... constituir después una vez más el providencial recurso de contener con la mediación española la invasión del sensualismo europeo... ¡que es otra fase de la barbarie!... ¡No, no; España no muere todavía!...
Nuestra labor en este folleto, de esencia popular española, es consignar lo decisivo de la gestación inmediata de la obra, que ya el sentir aragonés forjara antes de formularla el arquitecto; recordar lo que hubo y se dijo al exhibirla, depositar impresiones de los trabajos mismos de índole algo ejemplar como caso de armonía colectiva, y por último y con ocasión de recoger y disipar erróneos juicios que la ignorancia ó la pasión hayan formulado, manifestar al alma misma de la ideación del Monumento, del modo más ingenuo y mesurado posible, dado que con nuestra mesura, no queremos quedarnos en el flojo silencio.
Podremos haber errado en muchas cosas por el entendimiento ó modalidad de caminar el hombre siempre como tactando con su bastón la piedra del camino cuyo conjunto todavía no ve, pero estamos seguros de que nuestra voluntad mo se ha equivocado... porque el corazón desprovisto de hieles... se orienta con seguridad más maravillosa que las palomas mensajeras. Si con nuestro actual mensaje en alas del sentir patrio, aun siendo poca la fuerza nuestra para llevar mucho, hemos de llegar á donde el presentimiento nos guía... ¡no habríamos perdido el viaje!
He aquí la Memoria que, acompañanda del proyecto de Monumento, fué objeto de discusión y fallo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; trabajos que se reproducen ahora en justificación de cuanto se ha hecho:
Expongamos el pensamiento del mismo modo que naciera.
Escenas de horror y de tinieblas parecen pintarse en nuestro espiritu. Invasiones guerreras, choques de razas, ávidas de brutal predominio, barbarie, caos.
En medio de aquel mundo, ¿quién conoce el derecho?¿Quién defenderá al debil contra el fuerte?¿Hay acaso más ley que el atropello?
En la cerrada noche histórica, en el imperio de la violencia, sólo parece brillar sobre alturas de Aragón una estrella; entre los feroces rugidos, sólo parece oirse una voz humana. La lalabra de la razón dominó á la fuerza. La dulzura se impuso. La increible maravilla se llamo Justiciazgo. No hemos de hacer su apología con la pluma. Llamados á trazarla en arquitectura, condensemos el cúmulo de ideas que despierta en estas solas reflexiones, directrices de las líneas del proyectos.
¡Cuánto vale un hombre probo identificado con su misión de autoridad!
¡Cuánto más todavía el pueblo que sabe conferirla sin abdicaciones indignas!
Si uno y otro son grandes, al sentimiento de lo justo lo deben. Sin ideal de justicia no se concibe sociedad humana. ¡He ahí lo más alto!
La forma arquitectónica de esta epopeya será un símbolo sencillo y austero para ser acertado, y muy sentido para ser verdadero.
Del centro de un recinto de férreas cadenas y negros mármoles, y sobre losas de color de sangre, surgirá, como brota el afan de libertad en herido cautivo, un sobrio y fuerte pedestal con una columna que sostenga el ideal óptimo, el más suspirado: el orbe regido por lo justo triunfante, en lo material representado en celeste esfera ceñida por un ecuador donde entre soles brille esta doctrina: Justicia, ley suprema.
La esfera de esmalte azul, cual la apariencia del espacio inmenso de los mundos y una rama de laurel de oro, extendida de uno á otro polo, dirá nuestro anhelo de tan preciado triunfo.
Al pie de la honrosa columna enhiesta y fuerte, como imagen del derecho, sentaráse en silla de juez, con grave dignidad, la estatua del Justicia de Aragón, con el aspecto individual del mártir Lanuza.
Vedle juzgando rectamente; por ello es grande, augusto.
Su mirada, su rostro, su alma fortalecida por el apoyo de su pueblo, se dirigen á lo alto. Su diestra mano aun parece expresar el juramento por el cual dió la vida.
¡Sienta esta figura olvido de las cadenas y de la sangre de abajo, brille en su frente la celeste esperanza del ideal de la Institución popular! Quien rectamente juzga, nada, nada más ha de mirar que á lo justo, aun cuando le aguarden despues los más grandes horrores. Para no temerlos ni aun los imagina siquiera. ¡Así murió de sorprendido el último Justicia! Un trono en altura es hoy el sitio de su efigie. ¡Haya en nuestro pecho aragonés un lugar predilecto para su recuerdo!
Osténtase un blasón en la columna, el de la Patria, tan horada por el Juzticiazgo; el de Aragón con guirnalda de encina y siemprevivas, cual corresponde á la perennidad de su fortaleza, pues quien ama la Justicia es fuerte.
En los frentes del pedestal, además de la dedicatoria concisa, se escribirá por la Jurisprudencia el sustancial concepto del Justiciazgo para popular enseñanza; la Historia recordara quiénes fueron los insignes Magistrados, y la Poesia repetirá estrofas ya aplaudidas y celebradas por nuestro pueblo.
Tal es el pensamiento.
De los materiales de ejecución procedentes de comarcas del antiguo reino de aragonés, será el principal, pórfido, roca del fuego de la tierra, surgida en Aragón, bronce para la estatua y escudo, y cobre esmaltado de azul para la esfera, ya que no podamos labrarla de zafiro.
Las formas y proporciones se ven en los trazados; el efecto completo en la realidad arquitectónica tan sólo.
Pronuncie ya Aragón su poderoso "yo lo quiero", y el Monumento será un hecho.
¡Hagase esta justicia al Justiciazgo! ¿Bien lo merece!
Es la inspiración artística, como relámpago en el cielo del alma, como voz imperiosa y breve que subyuga con irresistible atractivo y sólo en concisa palabra deben traducirse las imágenes así recibidas.
Hemos relatado el plan del Monumento sin desvirtuar la idea con discusión alguna; hemos dicho sencillamente lo que es, y al tratarse de asunto tan grave como el de dar forma perenne á un sentimiento popular relativo á una gloria del pasado, parece inexcusable consignar también el por qué de tal forma y de sus detalles y aun el cómo de su construcción. Estos son los temas de la parte actual y de la siguiente de la Memoria.
El sujeto de esta epopeya arquitectónica, demandada por la Excma. Diputación, es una Institución cuya vida, engendrada hace más de mil años por el sentimiento más fuerte de los justo, fué toda de rectitud, no hallándose, al decir de Zurita, nombre más conveniente que el de la Justicia misma para "su primer Magistrado", de quien el mismo autorizado cronista afirma también que fué muro y defensa contra toda opresión y fuerza así de reyes como de los ricos hombres, que le dieron autoridad para impedir que no se hiciese violencia ni agravio alguno ... y túbosele por el más justo y honesto refugio como firme y seguro fundamento de la libertad, siendo el Juez competente entre el Rey y los agraviados.
Iñigo Arista, electo Rey primero de Aragón, declara que la soberania única es de la justa ley, y que de no cumplirla él por su parte, consiente ya en ser depuesto, y en que se elija otro encara que sea pagano, cual ellos por mejor tuviesen. Todas las tradiciones están acodes en trasmitir aquel bello espiritu popular de derecho tan vivo siempre en Aragón aun después de seculares mudanzas, y bien retratado en la fórmula del nombramiento de sus reyes "Nós que valemos tanto como vos, os hacemos nuestro rey y señor, con tal que nos guardeis nuestros fueros y libertades, y sí no, no".
Trátase, pues, de glorificar un concepto aragonés de armonia de potencias sociales, regidas todas por el poder supremo de lo justo en el ánimo del pueblo, siendo lo subtancial, el amor de Aragón á la Justicia y el empeño intensísimo de que siempre y por encima de todo prevalezca.
El Monumento ha de exhibir como objeto primordial, y en imagen adecuada, la capital aspiración aragonesa, y habremos así enaltecido la memoria del Justiciazgo, efecto histórico de tan gloriosa causa.
Debe, pues, culminar en el Monumento el ideal más puro, amplio y subtancial de lo justo; cualquier otra figura, ya personal ó alegórica para el caso será pobre y pequeña. Ha de brillar el súmmum de Justicia concebible. Por esto colocamos como final, ó como cerebro donde luce la idea, el orbe adaptado á esta inmejorable doctrina, Justicia, ley suprema, que triunfa de uno á otro polo, y no el mero mundo terráqueo, sino el Universo entero, la esfera celeste de todos los mundos posibles.
Y en este asunto no es dado al hombre concebir hipérboles por mucho que conciba, porque la realidad divina ó natural no es superada por nuestras pigmeas concepciones.
La tradicional imagen de la Justicia, como matrona, con tales ó cuales atributos, no tendrá jamás la elocuencia ni la amplitud de la palabra escrita en la línea de quidad distributiva en la esfera de ceñidor universal, ó en medida que todo lo abrace.
Ese es el punto de mayor interés y vida del Monumento.
Recordemos como base de critica que la obra de Arte humana será tanto más perfecta cuanto más entrañe en su esencia el sabio organismo de las naturales, en que nada falta ni huelga dentro de la unidad más admirable, y con tal criterio sigamos nuestro análisis.
El emblema de la finalidad del Monumento se ha pensado en lo material como esfera de un cierto volumen. Su proporción con la del todo, viene á ser la del cerebro con el cuerpo del hombre, pareciendo esta dimensión mesurada, sin pesadez y con suficiencia de masa, y produciendo este solo tamaño algún agrado por lo que tiene de humano.
El cuerpo de este sér arquitectónico fórmalo una columna de corte romano, como el abolengo del derecho, con peculiaridades de hechura nacional. No hay en ella adornos por considerarlo frivolidad impertinente. Haya lo preciso y eso sea todo. Resérvense las galas para lo vano que ha menester del atavio externo.
La Jiusticia es de suyo esencia intima y no exterioridad de las cosas ó relaciones de ellas.
Puesto que en símbolo ha de hablar la arquitectura, diganos á su modo lo que debe y no otra cosa oigámosla nosotros.
De esta columna representativa de lo derecho por su posición, de la fortaleza y robustez, y sobre todo por sostén de lo justo, nace el solio de los Justicias de Aragón, una de cuyas figuras se sienta allí en imagen de bronce, siendo la silla del pórfido de la columna para expresar la consustancialidad de la Institución con el derecho triunfante.
La persona del Justicia tendrá así algo de accidental como la realidad de lo representado.
El bronce y el pórfido dioritico verde apenas si son distintos en su aspecto externo; pueden, sin embargo, distinguirse y conviene que así sea, siempre que la distinción no pase el limite de lo preciso. No sean iguales, más parézcanse mucho. ¡Que en Aragón el Juez y la Justicia se llamaban lo mismo!
Las estrías de la columna pueden ser en número igual al de los Magistrados habidos en la Institución, cual si la Historia hubiese ido marcando trozo é indeleble por cada uno junto al honroso sitio.
El Justicia concretamente representado para imagen del Justiciazgo es D. Juan de Lanuza. ¿Habra araginés capaz de impugnar la idea?
En Lanuza, al decir de su tiempo, fué justiciada y condenada á muerte la Justicia.
Su estatua, como el Monumento entero, es la reparación solemne ante la posteridad de una Institución de dignidad humana.
Es protesta elocuente contra lo inicuo, y para esto no nos es dado practicar autopsias en el alma de un mártir.
El Justicia, es decir, el pueblo aragonés, consciente de su derecho y de su valor en la vida, fué atropellado y en su persona la de Aragón entero; las de nuestros padres, las de nuestros dignos antepasados, la raza de tantos mártires y tantos héroes. Erigirle hoy estatua épica es levantarse ya el caído, es ensalzar lo humillado, es colocar la cruz antes afrentosa en la altura del templo ó de la corona: es, en una palabra, lo justo.
¡No, no aspire á representar, en verdad, al Aragón de siempre, quien resista á su espiritu con mezquinas negativas de grato asilo á esta figura! ¡Si nuestra generación no la fundiese, otra más digna de Aragón por más aventajada en sentimiento de Justicia habrá de hacerlo! ¡Es ley histórica que Lanuza tenga estatua, y la tendrá en la forma como la tiene ya en la esencia del sentimiento popular! No valdrá aducir pretextos en contra de si fué ó pudo ser más guerrero el Juez.
¡Quizá, quizás, quien por esto le reprochare de débil, colocado en su caso, hubiera sido traidor ó misero paria á lo sumo!
Lanuza, identificado con su cargo de prudencia, fué mártir de su deber. Su persona asumió la representación de su pueblo, y su muerte marcó el episodio culminante de esta Institución celebrada, la del Justiciazgo, que puesto en el extremo de entender de una querella entre el Rey más poderoso y el oprimido más indefenso, miro sereno según solía el asunto, y da la razón al débil por estar entonces de su parte; perdiéndose por tan nobilísima imparcialidad aragonesa la libertad y mucha vida, es decir, los más preciados bienes; mas salvado el honor, el sentimiento de lo justo.
Es ley del Arte plástico representar en la epopeya el momento de culminación y Mundo; Juana de Arco, al empuñar la gloriosa enseña de redención de Francia; el vengador de Lucrecia, al levantar el acero tinto en la casta sangre, jurando por ella el exterminio de la tirania.
La Institución del Justiciazgo, toda de limpia vida, murió cual otra Lucrecia por conservar su honra de siempre, y no ha de ser menos Aragón al proferir un nomble voto si erige el Monumento. La muerte del Justiciazgo refiere substancialmente su vida; pues se muere como se vive, si el drama vital es justo y completo.
Escribase en buen hora el nombre de todos los Justicias en un frente del pedestal; háblese en otro de la sintesis de la Institución admirable, en otro más cópiense estrofas ya aplaudidas y grabadas en el corazon de los aragoneses; pero el Monumento, para ser justo (y si no, no hay para qué erigirlo), dé cabida en el sitio respectivo, á la Justicia, á la Patria y al recuerdo concreto del Justiciazgo en los últimos días tan gloriosos como los anteriores y de más interés por más trágicos y por la aureola del martirio.
He ahi razonada lo principal del proyecto en cuanto á la esencialidad del plan artistico.
Veamos aún como concurren los detalles á la expresión de tan hermosa idea.
El recinto con la plataforma interior suele en los más monumentos ser un mero aislador de lo enaltecido; mesa, ó á lo sumo ara donde se coloca la ofrenda.
Aquí ese oficio material pareció escaso, pues puede servir además para dar un gran realce espiritual de pensamiento, relacionándose con él hasta los extremos de manera bien íntima.
El recinto de negro mármol y de fortísimas cadenas con el enlosado de color de sangre, de cuyo centro surge el ideal de Justicia glorificado, es la imagen del nacer de tan altas aspiraciones en el hombre.
De las sombras, de las prisiones, de las crueldades del despostismo, ha surgido el ideal de perfección de los pueblos: sin dolor no hay sabiduría. Nadie como el expatriado ansia y acaricia la imagen de la Patria. Del enfermo es el deseo más férvido de salud; del preso sobre todo el frenesi más vivo de libertad, causa de tan hazarosas evasiones. Más aún; los postes serán como obeliscos, cuyo conjunto recuerde en la forma clásica las víctimas heroicas á cuyo esfuerzo se debe la elevación de la idea, y siendo en suma doce, número de unidad múltiple como las divisiones del año y orientados á cuatro rumbos, se significa que en todo tiempo y lugar el progreso brota de heroismos sin cuento de gentes por su causa sucumbidas. ¡Cuántos estratos de realidad dolorosa forman la base histórica del ideal humano! ¡Cuánto sacrificio entraña todo triunfo! La base del Monumento se amplia así en lo artístico hasta límites misteriosos, como el origen de nuestros impulsos de Justicia.
El hombre, á semejanza de esta columna, se eleva entre dos infinitos insondables, el de su remoto pasado y el de su porvenir cumplido.
El cimiento y la cúspide del ideal humano, en cuanto á la muda arquitectura es dado competir con el libro, ha de responder á la íntima esencia de la epopeya de estas piedras, cuya base parezca repetir lo ya dicho por Cervantes para recordar triunfos costosos.
¡Este es el suelo que continuo ha sido
de mil memorias lamentables lleno!
Por otra parte el recinto de la línea exterior de mármoles con él enhiesto, centro de pórfido, es como espejo del hecho natural elocuentísimo de hallarse así en el globo estas dos rocas. De lo íntimo, de lo ígneo de su entraña, brota por explosión violentísima el pórfido, y la piedra caliza ordinaria se trueca por calor y presión en noble mármol, como imagen de los efectos de contacto de lo vulgar con las más potentes energías anímicas que por sí se elevan, transformando su ambiente en sentido progresivo.
De este modo el Monumento tiene unidad completa y nada hay en él ocioso é inorgánico, y para que ni aun los accidentes de la forma dejen de obedecer al plan capital, hasta el color ha de ser expresivo de consumo, según se ha hecho notar algún tanto.
Poco suele atenderse á este factor de arte en la epopeya arquitectonica, por cuanto lo más del color reside en la luz de suyo incoercible y aun no siempre es dado obtenerlo en material propio y disponible para el caso. Estas son las principales razones de tal desdén, pues es innegable el gran efecto estético del color fundado en la misma naturaleza, pudiendo por tanto venir también en nuestra ayuda.
En nuestro proyecto domina el tono verde-obscuro. El verde, como tono de vida vegetal indispensable á la nuestra, precursor de frutos, promesa de venturas, es color de esperanza real y ciertamente no por convenio académico.
La cantidad de luz en cada tono entraña asimismo, por concordancia natural, con el día y la noche más ó menos de alegria en quien lo observa.
El tono verde-obscuro del Monumento traduce para los ojos la esperanza algún tanto impregnada de tristeza en el ánimo. El azul de la esfera de culminación indica idealidad, da noción de infinita grandeza que á través de nuestro aire azul podemos entrever con la mente.
De no menor conveniencia artística son, el negro de los túmulos, cadenas y encintado de la base, el rojo de las losas, el blanco de las letras del luminoso lema y el oro del preciado laurel: todos los colores son fijos á fuego, en memoria del calor del sentimiento que les combina.
La impresión que estas formas y tonos produzcan en alma atenta y sensible, será grave, solemne, cual corresponde á la indole de la obra, y en cuyo estado anémico se reciben las más serias enseñanzas.
Para terminar esta serie analítica de fases de una idea tan de nuestro gusto, sólo añadiremos que ante todo y sobre todo, hemos procurado basar en la verdad el por qué de cada forma y de cada accidente, por parecernos lo más justo y digno de este Monumento.
Los tradicionales emblemas de la Justicia se han ampliado en imágenes, como los conceptos modernos; así de los fasces antiguos consérvase la agrupación de simbolos de rectitud en las estrías conmemorativas también del número de Jueces; pero en vez de segur cruel en el centro; en vez de armas de verdugo, está la idea que redime; en vez de balanza para apreciar la equidad en lo pequeño, el ecuador supremo, la máxima imagen de justa distribución en todo el Universo, y estos emblemas aubstantivos por si, y no adjetivos de persona, parecen tener más pureza de fondo.
El Monumento en su totalidad tiene algo de gnomon que bañado por el sol marque en la tierra el curso de nuevos y mejores días.
Erigir un altar á la Justicia, ya es de suyo un hecho digno de ser notado. ¡Veremos si ya es hora!
CONSTRUCCIÓN É IDEA DEL COSTE
Parece propio del caso servirse en lo posible de materiales de Aragón para este Monumento; pues ni hemos de desdeñar lo propio por serlo, ni tampoco eludir el deber de realzarlo si lo merece.
La materia principal de la obra será un pórfido diorítico verde, desconocido aún para el arte, y cuya roca, estudiada para estos efectos, ofrece excepcionales condiciones.
Es más duro que el buen granito, pues raya á los del Pirineo y Guadarrama, excediéndoles asimismo en compacidad, porque pesa el metro cúbico unos 2.900 kilogramos, cuando aquéllos escasamente llegan á los 2.700, y ni aun el celebrado mármol de Paros le iguala en esta cualidad preciosa, por cuanto no pasa de 2.800. De su textura, aspecto y demás propiedades, puede juzgarse por su piedra labrada que figura en el muestrario de materiales de la provincia con el nombre de Diorita (Codos, partido de Daroca).
El mármol negro podrá extraerse, de excelente clase, de las peñas negras de Epila, también dado á conocer en el citado muestrario.
Las losas rojas quizá se obtengan del mármol sanguineo que debe existir entre Morata y Ricla, en sitio donde á primera vista, y en rapidísima inspección, se halló otro mármol rojizo, que al menos parece corroborar la referencia, y es casi seguro se hallase en la provincia de Teruel, en cuya sierra de Albarracín hay variedades de mármoles dignas de ser conocidas.
De no encontrarse con suficiente limpieza de tono, podrían fabricarse placas de gres cerámico, del tinte y espesor apetecido, por ser materia propia de aplicación monumental, sobre todo en piezas de dimensión crecida.
La construcción del conjunto es de suyo sencilla, y en ello estribaria su éxito, pues cuantos menos partes y menor complexidad, más es la duración de su organismo, siendo lo decisivo para longevidad de los de esta clase, la substancia y el tamaño de los elementos, en buena y hábil forma combinados.
La cimentación sería sobre buen firme de ladrillo de Zaragoza, que se conserva como intacto, según puede verse en ejemplares del tiempo de los Césares romanos (Museo provincial), hasta lo increible. Verdad es que el barro, el humus, calumniado por tantos, proporciona los más antiguos testimonios de cultura humana. Este ladrillo, sentado con buen cemento y ancha base, daría fundación inmejorable para resistir pesas y acciones seculares.
Del resto poco hemos de decir aquí. Si fuese este proyecto el escogido, tratariase en la ejecución de obtener los bloques de piedra del máximo volumen, buenamente susceptibles de saca y arrastre, y de colocarlos en obra con el mejor arte.
Por último, de los accesorios de metales sólo diremos que las gruesas cadenas de hierro podrían ser de material extraido en la provincia de Huesca (Bielsa Boltaña), y la obra de bronce podría fundirse en Valencia, con lo cual vendrían á participar en la obra elementos constructivos procedentes en un todo del antiguo reino.
2.º
El coste total de lo propuesto, y que no hay precisión de detallar por ahora en documentación usual para casos más concretos, representa un valor de unas cien mil pesetas.
La Excma. Diputación aconseja en la convocatoria del concurso que procuremos idear los proyectos, uniendo en ellos la belleza con la economía, revelando así el plausible propósito de ejecutar el escogido, pues de otro modo fuera contraproducente poner mitaciones á los vuelos del Arte cuando el fin inmediato es apreciar el alcance de los artistas.
Si hubiéramos consultado tan sólo al sentimiento artístico, no ajeno á precedentes de hecho, pues no hemos de entrar en la esfera de lo visionario, es evidente que hubiese podido proponerse algún coloso almirable, semejante en su plan al de la Libertad iluminando al mundo, una vez que los conceptos modernos de Libertad y de Justicia no son muy distintos de fondo, y en cuyo pedestal se ostentaran blasones más ó menos grandiosos del Justiciazgo.
Quizá un edificio monumental, á semejanza del panteón de Francia en conmemoración patriótica de sus grandes hombres, como es también La Westminster Hall, en Inglaterra ó el templo de la Fama en Baviera, y en cuyo interior se dedicasen imágenes á los Justicias, y todo esto émbellecido con variedad de atractivos artísticos, pudiesen ser también manera buenamente imaginable para el objeto.
Otros tipos ofrecen la agrupación de estatuas de los prohombres de la Reforma en el Monumento al aire libre de Worms; la expresión del aplauso público inglés á poderes actuales en obra de insuperada esplendidez de hechura como es el Albert Monument de Londres (South Kensingtong); la colosal columna de Julio, de bronce y de cuarenta metros de altura, implantada por la Francia libre sobre el solar de la odiada Bastilla; el grandioso anfiteatro de reciente proyecto en Italia para glorificar su unidad nacional; estas y otras muchas formas revisten en paises poderosos y en la moderna cultura los pensamiento artísticos de indole popular y grandiosa.
Dada la infinita variedad de manifestaciones de lo interno, hay también en Arquitectura conmemoraciones importantes en fachadas, salones y capillas ó lápidas, en unas y otros colocadas, en fuentes ó en postes miliarios, y aun en más variedad de modos, no siempre bien proporciónados de medios con el objeto y á menudo también harto dispendiosos.
Entre los extremos de edificio ó Monumento colosal ó de conmemoración mezquina, una vez que la índole del Justiciazgo no permite tampoco su exaltación con un mero accesorio arquitectónico, y en armonia con los recursos en Aragón disponibles, parece haber el término medio de un plan de obra, que ni desdiga de la dignidad del fin ni sea irrealizable por su coste excesivo. Formular un tipo de concepto estético adecuado, siendo inmejorable el material en irreprochable hechura y con proporciones suficientes, si bien no excesivas, sería haber hermanado la economía y la belleza, ó como si dijéramos, lograr el Monumento con calidad y por cantidad propias del caso.
Si hemos llegado en nuestro proyecto á expresar con la elocuencia y decoro pertinentes cuanto Aragón estima su honroso Justiciazgo, lo haremos alcanzado en verdad con economía, puesto que en el trazado nada sobra y aun la substancia misma tiene como tal y además de la forma un artístico oficio.
Si por el contrario el proyecto es desacertado, cualquier presupuesto, aun siendo exiguo, resultará excesivo, pues nada más que lo bello puede ser económico en los dominios del Arte.
Y no añadiremos otras consideraciones; porque, cuando de veras se ama, no se repara en el cuánto de la ofrenda al sér amado, sobre todo al constarnos que la obtención de aquélla no es siquiera difícil.
Hemos expuesto el plan y sus razones y aún indicando el coste y el cómo de la estructura proyectada.
Nos es lícito decir también: ¿Cuándo será un hecho?
No es dudosa su realidad más ó menos en breve, puesto que la Excma. Diputación ha iniciado el asunto. Mas si fuéramos los llamados á dirigir nuestra humilde voz para activarlo, he aquí lo que diriamos, á las Autoridades todas: que su prestigio en Aragón se funda en gran parte en la educación moral infiltrada durante siglos por el Justiciazgo en las costumbres públicas; á los hacendados; que el goce tranquilo de sus riquezas en el honrado ambiente social aragonés lo deben también á la benéfica influencia de aquella singular Magistratura, cuyos efectos no están aún desvanecidos; y al pueblo en general, así como al Gobierno de la Nación: que sólo honrando lo hermoso de su pasado tiene títulos de derecho á grandes esperanzas.
Excitaríamos á los escritores y oradores públicos á mover la opinión; propagaríamos la noción hasta vulgarizarla, del alto concepto de la influencia aragonesa en la totalidad de España, tan á menudo fortalecida por sus ejemplos de virtud, sosteniendo en el ámbito nacional la noble altivez del carácter, cuyo foco más vivo parece ser el Aragón histórico, tan distante siempre de los peligros del despotismo como de la abyecta servidumbre y de los horrores de la anarquía ... y una vez fija la atención general sobre estas evidencias, una vez disipada la soñolienta ídea de que sólo son dignas de ostensible estima, los beneficios de índole material inmediata, como los de encauzamiento de aguas; cual si encauzar corrientes de Justicia no produjese tan magnificos frutos en la vida; una vez que quíen esté autorizado hable con persuasión al sentimiento del pueblo aragonés, tan generoso que ofrece hasta la vida por cuanto merece su afecto, no nos queda duda, sobrarán recurso aun para sustituir por plata el bronce del Monumento.
La conclusión legitima de estos artísticos trabajos, en buen hora iniciados, no debe ser otra que la pronta y solemne inauguración de las obras, ya con estas ó ya con otras líneas de mayor acierto, que á exhibirse en el Certamen más dignas del alto propósito de las Excma. Corporación, tendrá también nuestro cordial aplauso.
Si acaso se estimaran las del adjunto trazado como mejores, al amor que nos guía lo deberemos que siempre por su virtud se hicieran y harán las mayores maravillas.
Madrid 1.º de Marzo de 1887.- El Arquitecto, FÉLIX NAVARRO
MINISTERIO DE FOMENTO
DIRECCIÓN GENERAL DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA
BELLAS ARTES
En contestación á lo pedido por V.S. en 6 de Mayo pasado, á continuación tengo el gusto de transcribir á V.S. el informe emitido por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, respecto á los proyecto del Monumento que en esa ciudad ha de erigirse al Justiciazgo Aragonés, y cuyo dictamen copiado á la letra dice así:br /> "Excmo. Señor: Evacuado el informe pedido por la Dirección general del digno cargo de V.E. con fecha 14 de Mayo último á esta Academia, acerca de los proyectos presentados para un Monumento que perpetúe la memoria del Justiciazgo Aragonés, que debe erigirse en Zaragoza; al objeto de que esta Corporación decida cuál de dichos proyectos es el mejor y el más digno de premio en el concurso que ha publicado la Diputación de aquella provincia para proveer la plaza de Arquitecto de la misma, esta Academia, después de un detenido estudio de dichos proyectos, y de acuerdo con el dictamen de su Sección de Arquitectura, tiene la honra de presentar á V.E. el siguiente dictamen:- Seis son los proyectos presentados á este concurso, todos con la firma de sus autores, en el orden cronológico siguiente:- El de D. Félix Navarro, en 1.ºde Marzo. -El de D. Mariano Medarde, en 17.- El de D. Elías Ballespin, en 18.-El de D. Eusebio Lidón Barra, en 20.-El de D. Julio Braco y Folch, en 21.-; todos del mismo mes de Marzo; y el de D. Gerardo Roig, en 10 de Abril.- El primero presentaba tres bastidores, que contienen la planta y dos alzados, uno de frente y otro de costado del Monumento, y otro bastidor de más de doble tamaño con el mismo Monumento en perspectiva y bien acuarelado. Acompaña á estos planos una Memoria dividida en tres partes: tratando en la primera el plan artístico del Monumento; en la segunda del examen crítico del mismo, y en la tercera de la construcción é idea del coste, que asciende en totalidad á cien mil pesetas. El autor de este proyecto revela lo mismo en la Memoria que en sus planos, ese verdadero entusiasmo que se necesita poseer para toda creación artística, entusiasmo que cuando va unido á disposiciones naturales y á profundo sentimiento estético, constituye la inspiración. Basado el autor del proyecto en el axioma moral y sociológico de que sin ideal de Justicia no se concibe sociedad humana, y en que la institución del Justiciazgo representa en Aragón el sentimiento popular de aquella gran idea, establece como punto de partida de su proyecto, que la forma arquitectónica, para expresarla, ha de ser un símbolo sencillo y austero para ser acertado, y muy sentido para ser verdadero.
Este es el pensamiento, tal como el autor lo ha concebido, y la Academia cree responde á lo que este Monumento debe ser.
A la Institución del Justiciazgo, inspirada en la suprema idea de lo justo, hasta el punto de que, al decir de Zurita, no hubo nombre más conveniente que el de la Justicia misma para su primer Magistrado, no puede responder un Monumento que no esté en armonia con la serenidad y la fortaleza de esa gran virtud cardinal que debe imperar, no sólo en nuestro planeta, sino en el Universo-mundo; idea gráficamente representada con la esfera azul ó globo sideral, coronado por el laurel de la victoria, que aun abatidos en la tierra, alcanza la Justicia siempre en el cielo. La columna de sencillo, pero majestuoso estilo, propio de la época en que termina la institución del Justiciazgo, con la muerte de Juan de Lanuza recuerda, lo mismo que todo el Monumento, el estilo greco-romano, algo exornado, cuya fria severidad supo tratar con tanta grandeza el célebre Juan de Herrera.
Tan esbelta como robusta y elegante, esta columna que simboliza la Institución que quiere enaltecer, tiene, como digno remate, la esfera en que impera la Justicia, y sobre un pedestal retallado ó saliente y al pie del fuste de la columna, aparece la figura del último Justicia, sentada, en ademán de juzgar, pero levantada la diestra y la mirada al cielo con noble actitud, que así, puede indicar deseo de recibir su alta inspiración para sus fallos con la esperanza de encontrar en él la Justicia que no puede encontrar en la tierra. La idea de colocar la estatua de esta suerte como formando parte de la columna que representa la Institución, ha sido felicísima, confundiéndose de este modo en un mismo símbolo la Institución y su último y desgraciado representante.
Participa este Monumento de los caracteres que en él deben concurrir, hallándose todos compenetrados con gran acierto en la unidad de la idea, que ninguno se sobrepone á los demás, contribuyendo todos de igual manera á realizar el pensamiento artístico del autor. Estilo arquitectónico, recinto de fuertes y cortos obeliscos enlazados con cadenas, detalle tan propio de la época como armónico con el resto del Monumento y de emblemático sentido, fuerte y elegante pedestal; enhiesta columna; simbólica esfera; reposada estatua, de tan digna como sentida actitud, todo está tan bien armonizado, que así este Monumento tiene algo de funerario como de triunfal; de elevación como de sentimiento, y con sus atinadas líneas y su severo aspecto, responde también al carácter del pueblo aragonés que dió vida á la Institución y al noble y desgraciado personaje que en la columna la representa.
Después de cuanto va escrito, no cree necesario la Academia añadir más en apoyo de su juicio, favorable á este proyecto, cuyos materiales, acertadamente elegidos entre los mármoles y jaspes del pais, completan el pensamiento del autor.
Pórfido diorítico, verde, -- desconocido aún para el Arte, pero analizado y estudiado por el autor en la tercera parte de su Memoria,--mineral que se encuentra en territorio de Daroca, constituye la materia principal de la obra; mármol negro para el basamento y obeliscos que encierran el recinto, sacado de las peñas negras de Epila; mármol sanguineo, de Morata y Ricla ó de las sierra de Albarracín; hierro para las cadenas, de la provincia de Huesca, cobre esmaltado de azul para la esfera, y fundición de bronce para los elementos con que el artista proyecta realizar su idea, predominando en el Monumento el tono verde-obscuro, propio del pórfido diorítico de este color, que armonizará con el bronce de la estatua ó de los blasones, traduciendo este tono general la esperanza en la eterna Justicia, aun impregnado de tristeza aquél por la muerte de su digno representante en la muy alta magistratura de su nombre.
Respecto á la parte constructiva, en el proyecto se establece, que la cimentación sea de buen firme de ladrillo de Zaragoza, que se conserva como intacto en los restos que en aquella ciudad existen de tiempo de los Césares: este ladrillo, sentado con buen cemento y en amplitud bastante, daría, en efecto, base inmejorable para soportar la pesantez del Monumento y la acción de los siglos. El resto de la construcción es sencillo, por cuanto las contadas partes de su organismo y la acción de todos los materiales en sentido vertical, le dan cumplidas condiciones de estabilidad y firmeza.
En beneficio de la obra, si llega á realizarse, la Academia recomienda al autor del proyecto, el rebustecer el dado del pedestal aumentando el vuelo de los perfiles de su basamento.
La Academia, en atención á todo lo expuesto, considera innecesario entrar en un análisis y juicio crítico de los demás proyectos, apreciables todos como trabajos gráficos, pero que no entrañan el pensamiento de la manera que tan acertadamente realiza, á su entender, el proyecto del Sr. Navarro.
Todos ellos tienen buenas condiciones técnicas, pero como no responden á las concretas condiciones que debe tener un Monumento dedicado á perpetuar y enaltecer la Institución del Justiciazgo, de la manera que ha respondido el autor del primero, no puede entrar en comparación con el que la Academia considera en este caso como la más acertada represetación del pensamiento que se quiere traducir en esta obra arquitectonica; y siendo la consulta que se hace, sólo acerca de cuál de los proyectos es el mejor y digno del premio ofrecido por la Diputación provincial, no tiene para qué hacer indicaciones de su mérito respectivo, cumplido ya con lo que va expuesto, el delicado encargo que le ha encomendado la Dirección general de Instrucción pública".
Lo que transcribo á V.S. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde á V.S. muchos años.
--Madrid 3 de Septiembre de 1887
--El Director general, JULIÁN CALLEJA.
--Sr. Presidente de la EXCma. Diputación provincial de Zaragoza
Á las diez y media de la mañana del día 22 de Octubre de 1904, comenzaron á acudir Ayuntamientos, Comisiones y Representaciones al Palacio provincial, demorándose por esta causa el instante del acto solemnísimo de inauguración del Monumento al Justiciazgo.
Mientras esto ocurría en la Casa de la provincia, el pueblo de Zaragoza aguardaba en la plaza de la Constitución, paseo de la Independencia y jardines de la plaza de Aragón el paso del cortejo que había de honrar con su presencia el acto.
Reuniéronse las Ciudades con sus pendones y estandartes, la Diputación leridense, la Maestranza, el Ayuntamiento de Zaragoza, Autoridades civiles y militares, entidades y Corporaciones.
Y púsose en marcha la comitiva, yendo al frente la guardia municipal montada de esta ciudad y una sección de la de Barcelona, las banderas de las Representaciones, maceros y alguaciles de nuestra Diputación y de los Municipios, las Corporaciones y entidades invitadas, y en el lugar preferente el Gobernador civil, acompañado de los Alcaldes de Barcelona, Tarragona, Palma y Zaragoza.
La banda municipal de Barcelona amenizó el acto, interpretando piezas escogidas.
Alrededor del Monumento habíase colocado una valla, con tapiz nacional, escudos y gallardetes. La guardia civil custodiaba las entradas.
En la plaza de Aragón, confuso tropel de gente agolpábase ávido de presenciar la ceremonia. Tan grande era el gentio y tanto el afán de acercarse al Monumento, que los jardines quedaron mal parados. Zaragoza no pudo dominar el impulso de cariño al defensor de las libertades patrias, ganoso de tomar parte principalísima en el acto de dar colocación al Justiciazgo aragonés. El pueblo no desmintió el arraigo de sus convicciones. Fué, en toda regla, una grandiosa y elocuente manifestación de sus sentimientos.
El Arquitecto Sr. Navarro, pronunció un discurso, explicando la estructura y significado del Monumento, cuya síntesis dice asi:
La Justicia es el fundamento verdadero de las demás virtudes cardinales, que no son más que modos de presentarse aquélla, pues la Prudencia es una discreta manera de ser justo; la Fortaleza, un pleno inexpugnable de la Justicia, y la Templanza cierta moderación, dentro de lo razonable; pero la esencia de toda virtud es la Justicia misma. La Justicia es lo ineludible ó necesario, por su condición de lógica ó racional completa, y es, por tanto, independiente del lugar ó del tiempo, ó sea universal y eterna; de suerte que puede afirmarse: "Dios es Justicia", como "Dios es Amor", ó cohesión armoniosa de la variedad de seres. Eso es la ley suprema ... El fondo de cuanto bien se legisle.
Esa idealidad triunfante en lo social, regulado por la razón humana, es correspondencia á la matemática exactitud de la natural ó externa gravitación del Universo; gué el anhelo de nuestra preciada constitución aragonesa, y se expresa en el Monumento, con el laurel de oro sobre el orbe universal ceñido, por esta doctrina de la equidad máxima concedible: "Justicia, ley suprema", brillante entre soles y aun más que todos ellos.
Esta expresión del ideal es sostenida por fortísima columna de corte romano (como la historicidad de nuestro derecho), simbólica de Aragón por su glorioso escudo ornado de encina y siempreviva (ó perenne fortaleza) y consubstancial con ella, muéstrase á su pie una silla, propio solío del Juez justo. En ella se sienta la imagen del candoroso Lanuza, con su diestra como recordando el sagrado juramento de guardar la ley, que aun oprime con la izquierda, contra su corazón, el cual parece latir así bajo su medalla aragonesa ó insignia histórica de tal magistratura.
La dirección de su alma hacia lo alto, obligale á ignorar las terribles injusticias de los hombres, representadas en lo bajo por el recinto de túmulos y cadenas y enlosado de color de sangre.
En los netos del pedestal, la Jurisprudencia (recordando el Fuero de Sobrarbe), la Historia con la lista de los cincuenta Justicias, y la Poesia con unos versos sentidisimos (de un gran poeta aragonés), condensan la vida ideal de este Monumento, tan honroso para el país que lo erige.
Ha sido obra de bendición, la ha ejecutado una agrupación inmejorable de voluntades puras y firmes, y ni el más leve rasguño han sufrido cuantos han cooperado en los trabajos. Este triunfo del bien en tal forma erigido, presenciará el paso por el mundo de cientos de generaciones á quienes transmita las enseñanzas de lo ya alcanzado por nuestro Aragón histórico.
El Presidente de la Diputación, Sr. Naval, leyó el suyo, concebído en estos términos:
SEÑORES:
Deberes anexos al elevado cargo con que se sirvió honrarme la Diputación de esta provincia, obliganme á molestaros breves momentos. Ante todo he de dirigir un muy afectuoso saludoá las Autoridades de todos los órdenes, Corporaciones, representantes y á cuantas colectividades y personas se han dignado asistir á este solemne acto, que testimonia el afecto y cariño que en esta tierra aragonesa se rinde á nuestra sin par Institución del Justiciazgo.
Este saludo estiéndese con igual afecto á las Corporaciones que son nuestras hermanas de la Peninsula y á los Ayuntamientos de las regiones que formaron la Corona de Aragón y que luego constituyeron la Nacionalidad española con los reinos de Castilla, León y Granada.
Vuestra presencia en este acto sella, con fraternal abrazo, la solidaridad de nuestros ideales, cuyo rumbo lo señala el engrandecimiento de nuestra querida España, engrandecimiento que debemos buscarlo en la elevación del sentido de lo justo, de lo bueno y de lo bello, al mayor grado de pureza que nos sea posible, dentro de la escala de lo finito.
* * *
No es nuevo; no es de ahora el pensamiento de perpetuar en piedra y bronce nuestra llorada Institución del Justiciazgo. Allá por los años 1868 al 1870, resurgió en esta ciudad la idea de erigir una estatua al último de los Justicias de Aragón, D. Juan de Lanuza V. Constituyóse, con la protección de su Ayuntamiento, una Junta encargada de darle forma real y de llevarla á ejecución. De esa Junta formaron parte, entre otros, los Sres. D. Joaquín Martón y Gavín, D. Juan Pablo Soler (ya fallecido), D. Agustín Paraiso, D. Manuel Foncillas, D. Pablo Gil Y Gil, D. Ignacio Andrés y D. Desiderio de la Escosura (también ya fallecido).
Antes, y con independencia de esta Comisión, el Ayuntamiento de Zaragoza habia realizado trabajos para que los restos del Justicia decapitado fuesen conservados en sitio conveniente, con objeto de depositarlos en su día al pie del pedestal que había de sostener la estatua.
Para satisfacción de los buenos aragoneses, he de anunciaros que hoy descansan esos preciados restos en la iglesia de Santa Isabel, propiedad de esta Diputación.
Los sucesos desarrollados en aquel período de nuestra historia no fueron los más oportunos para que aquel pensamiento se tradujese en realidad plástica, y, aunque de momento parecía abandonado, latía, no obstante, en el corazon de nuestro pueblo el proposito firme de rendir tributo de amor á aquello que tanta fama le dió en el mundo civilizado. De este sentimiento vino luego á hacerse eco la Diputación de esta provincia.
No era esta la vez primera que la Corporación provincial interpretaba el sentir popular para con los hombres y las instituciones que, nacidos en este antiguo solar aragonés, han sido como el faro á cuya luz se han formado otros hombres y otras instituciones envidiadas hoy por nosotros que vivifican el espiritu de pueblos que marchan á la cabeza de la civilización.
Fué esta Diputación quien inició y llevó a cabo, con el auxilio del Estado, el Monumento al esclarecido patricio D. Ramón de Pignatelli, fué quien dió á conocer al mundo cientifico y literario los trabajos de los cronistas del Reino, de los poetas y de muchos de nuestros escritores más celebrados; y siempre ha dedicado preferente atención á todo aquello que constituye lo que podríamos llamar el alma nacional; porque, al obrar de esta suerte, cree que trabaja por el engrandecimiento de la Patria.
No habia, pues, de desmentir, en la ocasión presente, sus gloriosas tradiciones y aceptó, sin vacilaciones, el pensamiento que ya venía esbozandose desde muchos años atrás, pero dándole más amplitud; convirtiendo el Monumento á Lanuza en Monumento al Justiciazgo, como expresión más genuina y completa del amor que este pueblo ha sentido y siente por la Justicia, una de las virtudes cardinales sobre que descansa la divina creación.
Fué tarea fácil el desarrollo del penasamiento. Vacante en 1887 la plaza de Arquitecto provincial, acordó anunciar concurso para proveerla, medianten presentación de un proyecto de Monumento al Justiciazgo que sería sometido al fallo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y adjudicarla al autor del que mereciese la primacia de esta docta Corporación.
Elegido, por unanime juicio, el que se levanta ante nuestra vista, del que es autor el genial Arquitecto D. Félix Navarro Pérez, á quien habéis oido ya, la Diputación quiso asociarse todas las representaciones y fuerzas vivas de Aragón para acometer y realizar lo que á todo Aragón interesaba.
No hay para qué encarecer la espontaneidad y cariño con que respondió á este llamamiento.
Congregáronse el día 9 de Octubre de 1888, en el Palacio provincial, representantes de las tres Diputaciones aragonesas, de los Ayuntamientos de las capitales y de gran número de ciudades y pueblos importantes de las tres provincias; todas las Jerarquias de los órdenes civil, eclesiástico, jurídico y militar, y representantes de poderosas y acreditadas Corporaciones particulares; y, con acentuada explosión de entusiasmo, fué aceptado el pensamiento y se otorgó un voto unánime de confianza á la Diputación cesaraugustana, para que una Comisión de su seno fuese la encargada de realizar las obras del proyecto.
No es de este momento señalar las dificultades que esta Comisión ha tenido que vencer para llevar adelante su cometido. Vencidas, al fin, con la testarudez propia de nuestro carácter, hemos llegado al término que nos habíamos propuesto, y justo es consignar que en la obra del Monumento, tanto los materiales como los trabajos de modelado, fundición, cantería, forja, esmalte, etc. son genuinamente aragoneses, y que las artes é industrias de Zaragoza han puesto á contribución sus actividades y aptitudes poco comunes y muy envidiables, para que aquélla resulte armónioca y forme un conjunto bien compenetrado con la idea que representa. ¡Loor y reconocimiento á maestros y obreros que con tanto entusiasmo y vehemente sentir, han traducido el pensamiento capital que el Monumento significa! ¿Loor también al progreso que esas artes é industrias han alcanzado en esta nuestra querida ciudad!
Cierto es que el Monumento lo erige Aragón para demostrar, á la faz del mundo, que aquí imperaba ya la Fuerza del Derecho cuando en la Europa medieval reinaba sólo el Derecho de la Fuerza. Es y será objeto de discusión, entre historiadores y criticos, el nacimiento del Juzticiazgo. Aragón no puede entrar, no debe entrar en esas contiendas literarias; bástale saber de ciencia propia que la Institución vivió y se desarrolló con vida tan espléndida y brillante que sirvió para modelar instituciones análogas en paises extraños y que hoy nos causan sorprendente admiración y aun mucho de justa envidia. ¿Y cómo no, si merced á tal Institución, se dirimieron contiendas que, de otra suerte y por otros procedimientos, habrían hecho derramar rios de sangre?
¿Cómo no sentir amor profundo por una Institución que dió la paz interior al Reino y garantía al ciudadano para que no fuese atropellado en el ejercicio de sus derechos y para que fuese compelido al cumplimiento de sus deberes?
Aragón tenía contraida una deuda sagrada, cuya satisfacción no podia dejar en silencio y hoy siente la elegría del que ha realizado su aspiración.
De esta alegría participáis también vosotros los que oatentáis la representación de las ciudades que, con las de Aragón, constituyeron su Corona inmarcesible, porque también Cataluña, Valencia y Mallorca fueron testigos y apreciaron la excelencia y bondad de esa Institución en circunstancias bien difíciles para todos los regnicolas.
Y como todo lo que dignifica á una región, dignifica, de igual modo, á nuestra gran Madre España, es seguro que nuestros corazones ahora laten por el solo impulso de engrandecer la Patria querida, rindiendo culto á nuestras grandezas históricas, para que, bien percatados de su simbólico valor, dirijamos los rumbos de nuestras actividades hacia aquellos horizontes que han de conducirnos á la vida de lo justo, de lo bueno y de lo bello y á la plenitud del desarrollo de las actividades morales, intelectuales y físicas.
* * *
Yo os ruego, señores representantes, que llevéis á vuestras Corporaciones, á vuestros pueblos, el testimonio de sincero afecto que habéis hecho crecer ostensiblemente en el ánimo de Aragón al solemnizar con vuestra presencia este acto, y anunciándoles que este noble solar está siempre dispuesto á contribuir con todas sus fuerzas al brillo y esplendor de España hasta recabar el puesto que le corresponde en el mundo civilizado.
A vosotros, representantes de las Jerarquias sociales y pueblo, ¿qué os diré que ya no sepáis? Todos somos de casa y cuanto intentara deciros sería pálido ante lo que mi corazón siente.
A todos os doy la más expresivas gracias por la atención que habéis dispensado á la Diputación provincial, y, para concluir, voy á dirigiros un ruego: "Contad á vuestros amigos, á vuestros hijos, á vuestros hermanos, lo que habéis visto, y contadlo, con tan vivos colores, que penetren en el alma de los que os escuchen para que, al contemplar este Monumento, no vean en él más que la encarnación de la Justicia como ley suprema de la estabilidad del Mundo".
HE DICHO
Por último, el Gobernador civil, Sr. Planter, dió las gracias á todos los asistentes al acto, complaciéndose en tener honra de presidirlo.
Redactada que fué el acta de la ceremonia, firmáronla Diputaciones, Municipios, Autoridades, Corporaciones y entidades invitadas, cuyo documento fué encerrado en cilíndrica caja de plomo, en la que se depositaron además los periódicos locales del día y un número extraordinario del Boletín Oficial, conteniendo los nombre de las personas que han hecho donativos para la erección del Monumento.
La caja se depositó al pie del Monumento, soldada su cerradura.
El regreso de la comitiva hízose con orden perfecto, igualmente que la ida, presenciando el paso millares de personas.
En la Diputación fueron cortésmente despedidos los invitados, recibiendo la Comitiva provincial gestora plácemes sin cuento, por lo brillantemente que ha dado cima á su cometido.
* * *
En los flancos de la parte alta del pedesta, léense estas inscripciones en letras fundidas en grandes placas de bronce:
. . . . . . . . . . . . . . .SOL-BRILLANTE
FUÉ - LA -LIBERTAD-UN- TIEMPO,
Á - CUYA - LUZ - SE - AGRUPABAN
EN - LAS - MÁRGENES - DEL - EBRO
LOS - REYES - CON-SUS-CORONAS,
LOS - VASALLOS-CON-SUS-FUEROS,
LA - NOBLEZA - CON -SUS-TIMBRES
Y - TODOS-FORMANDO-UN-CUERPO.
ZAPATA--"LA-CAPILLA-DE-LANUZA"
Y - PARA - QUE-NO-SUFRAN-DAÑO
NUESTRAS-LIBERTADES-VELARÁ
UN - JUEZ - MEDIO
AL - CUAL - SEA - LÏCITO - APELAR
DEL-REY-SI-DAÑASE-Á-ALGUIEN
Y - RECHAZAR - LAS - INJURIAS
SI - TAL - VEZ - LAS - INFIRIESE
Á - LA - REPUBLICA
FUEROS-DE-SOBRARBE
1 PEDRO JIMÉNEZ (+ 1123) 2 SANCHO FORTUÑON 3 SANCHO GALÍNDEZ 4 LOPE SANZ 5 FORTÚN AZnÄREZ 6 JUAN PELAYO 7 ATÓN SANZ 8 JUAN DÍAZ 9 PEDRO MONIO 10 DÍEZ, Hijo de JUAN DÍEZ 11 PEDROMEDALLA 12 GALINDO GARCÉS 13 SANCHO GARCÉS STA. OLALLA 14 PEDRO FERNÁNDEZ DE CASTRO 15 SANCHO TOVÍA 16 ESTEBAN...(¿BELCHIT?) 17 PEDRO SESSÉ 18 PEDRO PÉREZ TARAZONA 19 JUAN PÉREZ TARAZONA 20 MARTÍN PÉREZ ARTASONA 21 PEDRO MARTÍNEZ ARTASONA I 22 PEDRO SANCHEZ 23 RODRIGO CASTELLEZUELO 24 FORTÚN AHE 25 MARTÍN SAGARRA |
26 PEDRO MARTÍNEZ ARTASONA II 27 JUAN GIL TARÍN 28 JUAN ZAPATA CADRET 29 JIMÉN PÉREZ de SALANOVA 30 SANCHO JIMÉNEZ de AYERBE 31 ESTEBAN GIL TARÍN 32 PELEGRÍN ANZANO 33 PELEGRÍN OBLITAS 34 GARCÍA FERNÁNDEZ de CASTRO 35 GALACIÁN de TARBA 36 JUAN LÓPEZ de SESÉ 37 BLASCO FERNÁNDEZ de HEREDIA 38 DOMINGO CERDÁN 39 JUAN JIMÉNEZ CERDÁN 40 BERENGUER de BARDAJÍ 41 FRANCISCO ZARZUELA 42 MARTÍN DÍAZ de AUX 43 FERRER de LANUZA I 44 JUAN de LANUZA I 45 JUAN de LANUZA II 46 JUAN de LANUZA III 47 LORENZO FERNÁNDEZ HEREDIA 48 FERRER LANUZA II 49 JUAN de LANUZA IV 50 JUAN de LANUZA V (+ 1591) |